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Monday, April 16, 2007

Tarzán: 95 años con el rey de los monos

Por Jorge Tovalín
Este 2007 no solamente los simios tendrán una razón para festejar a su monarca, sino también los otros “monos” (los personajes de cómic), que verán a uno de sus grandes iconos llegar a la asombrosa edad de 95 años el próximo mes de octubre, cosa que pocos personajes en el medio pueden presumir. Así es, la creación más célebre de Edgar Rice Burroughs se acerca a su primer siglo de vida, por lo que dedicamos estas líneas a Lord Greystoke, el “mono blanco”, conocido mundialmente como Tarzán.


Si bien no se encuentra actualmente en su época de mayor popularidad, si podemos decir que en los últimos diez años, el “hombre natural” de la cultura popular por excelencia no ha pasado desapercibido, al ser revisitado en más de una ocasión, ya sea al puro estilo Disney (con todo y las canciones melosas de Phil Collins), mediante alguna serie televisiva con actores o en el mundo de las viñetas, donde Tarzán sigue teniendo presencia (eso sí, un tanto intermitente).
Incluso cabe mencionar que desde hace un par de meses comenzó a correr el rumor de que el director jalisciense Guillermo del Toro (Cronos, Blade 2, Hellboy, El Laberinto del Fauno) se encuentra interesado en llevar a la pantalla grande un nuevo acercamiento al mítico y acrobático héroe, cosa que suena bastante interesante.
Inspirado por El libro de las tierras vírgenes de Rudyard Kipling, así como por el Emilio de Rousseau, Tarzán de los monos fue el primer cuento que Burroughs (nacido el primero de septiembre de 1875 en Chicago) escribió sobre un pequeño huérfano que sería criado como un igual por un hatajo de simios, tras sufrir la muerte de sus padres biológicos, mientras se encontraban varados en una pequeña isla africana. Al crecer, ese niño se volvería el rey de los monos y a la vez un ejemplo del colonizador perfecto, viviendo innumerables aventuras a través de los distintos medios de comunicación, junto a su elefante Tantor, la chimpancé Chita y su virginal esposa Jane.
Publicado por la revista All Story Magazine en octubre de 1912, a este primer cuento le siguió otro llamado El regreso de Tarzán, que sirvió de preámbulo a la primera novela del héroe, titulada de nueva cuenta Tarzán de los monos, la cual sería publicada en 1914 por A.C. McClurg & Co. Al final de sus días, Burroughs sumaría un total de veintiséis novelas del “Universo Tarzán”, nada mal para una persona que antes de “darle al clavo” había tenido que desempeñarse como vendedor ambulante, ferrocarrilero, empleado de tienda, arriero, minero, contador y fabricante de baterías.
Tan solo cuatro años después de la aparición de la primera novela, el hombre del taparrabo llegaría a la pantalla grande, donde iniciaría una muy larga carrera, siendo interpretado por actores como Elmo Lincoln o Buster Crabbe (quien también había dado vida a héroes del comic-strip como Buck Rogers y Flash Gordon), pero sobre todo el medallista olímpico Johnny Weissmuller, extraordinario nadador y creador del famoso grito que identifica al personaje (inspirado en los cantos tiroleses) sería quien hasta la fecha permanezca como el más famoso e icónico Tarzán de carne y hueso (no por nada aparece junto a Ringo Starr y Paul McCartney en la portada del Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band).
En 1929 Tarzán llegaría a terrenos del cómic, más precisamente al comic-strip, donde dibujantes como Harold Foster (El Príncipe Valiente) y Burne Hogarth destacarían por su fabuloso arte. Años más tarde el legendario dibujante Joe Kubert se encargaría de entregar probablemente la versión definitiva del personaje en el formato del cómic, ya lejos de las páginas de los periódicos. La versión del maestro Kubert llegaría a nuestro país mediante Editorial Novaro en la década de los setenta.
Como dato curioso, en 1939, aprovechando la fama del personaje, su creador (que de forma inteligente retuvo los derechos de sus novelas, y registró a Tarzán como marca registrada) decidió crear una organización que rivalizaría con los Boy-Scouts: el Tarzan Clan of America, mismo que resultó un fracaso debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Otro dato extraño sería la existencia de dos poblaciones norteamericanas que en los años de bonanza del personaje pidieron ser rebautizadas como Tarzana en honor al “hombre mono”, estando una de ellas situada en Texas y la otra en la región adyacente al rancho de Burroughs, en tierras californianas.
El éxito de Tarzán permitió a su creador pilotear su propio avión, montar a caballo por horas, así como practicar tenis y golf, eso sí, dedicando cuatro horas al día a crear las historias de su benefactor ficticio, mismas que dictaba a una grabadora. Pero más importante que eso, le permitió escapar de la pobreza y vivir una especie de vida alterna, mediante su “otro yo”, que le permitió a Burroughs ser el hombre que jamás habría podido ser. Tras pasar los últimos años de su vida en un estado de salud lamentable, enfermo de arterioesclerosis y mal de Parkinson, Burroughs murió de un ataque al corazón el 19 de marzo de 1950, dejando huérfano de nueva cuenta al entrañable “mono blanco”.


Para aquellos realmente interesados, les recomiendo ampliamente busquen el libro Tarzan, el hombre mito, de Irene Herner Reiss, experta en arte y también coautora de Mitos y Monitos, quien afortunadamente fue mi asesora de tesis. El libro está descatalogado, pero con un poco de suerte lo pueden hallar en librerías de viejo. Una joyita.

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